Calculadora de Transferencias Internacionales
En Marruecos, enviar dinero al extranjero no es solo un problema de costos: es una batalla contra sistemas financieros que no funcionan para la gente común. Desde noviembre de 2017, el Banco Central de Marruecos (Banque Al-Maghrib) prohibió oficialmente todas las transacciones con criptomonedas. Pero a pesar de esa ley, millones de marroquíes siguen usando Bitcoin, Ethereum y otras monedas digitales para pagar facturas, enviar remesas y comprar productos desde el extranjero. No es un pequeño grupo de entusiastas. Es una red subterránea que crece cada año, con un mercado estimado en 278,7 millones de dólares para 2025 y casi 300 millones para 2026.
¿Por qué las criptomonedas son la única opción real?
Imagina que vives en Casablanca y tu hermano está en España. Quieres enviarle 500 euros para que pague el alquiler. Si usas un servicio tradicional como Western Union o MoneyGram, te cobran hasta un 10% en tarifas, y el dinero puede tardar hasta tres días en llegar. Además, el tipo de cambio que te ofrecen es peor que el del mercado. Y si tu hermano no tiene cuenta bancaria? Eso lo complica aún más.
Con criptomonedas, el proceso es diferente. Compras algo de Bitcoin en una plataforma peer-to-peer, lo envías directamente a su billetera digital, y en menos de 10 minutos él lo recibe. No necesitas un banco. No necesitas un intermediario. Solo necesitas un teléfono con internet. Y el costo? Apenas unos céntimos en tarifas de red. Esa es la razón por la que, a pesar de la prohibición, el uso de criptomonedas se ha vuelto tan popular entre los marroquíes que viven en el extranjero y sus familias en casa.
El gobierno sabe lo que pasa - y no lo puede detener
Banque Al-Maghrib no está ciego. Reconoce que las criptomonedas están en uso masivo. En sus informes, advierten sobre los riesgos: volatilidad extrema, falta de protección al consumidor, posibles vínculos con lavado de dinero. Pero también saben que la demanda no va a desaparecer. Por eso, en lugar de intensificar la represión, están trabajando en una solución propia: una moneda digital del banco central, conocida como CBDC.
Esta moneda no sería como Bitcoin. No sería descentralizada. Sería emitida y controlada por el banco central, como el dirham, pero en formato digital. Su objetivo: ofrecer la velocidad y eficiencia de las criptomonedas, sin el riesgo de caídas de precio o uso ilegal. El banco ya está colaborando con el FMI, el Banco Mundial y, especialmente, con el banco central de Egipto, para probar cómo este sistema podría funcionar en rutas de pago entre países del norte de África.
La brecha entre la ley y la realidad
La ley marroquí dice que comprar o vender criptomonedas es ilegal. Pero en la práctica, nadie va a la cárcel por usar una app de intercambio peer-to-peer. Las plataformas locales, como LocalBitcoins o Paxful, siguen operando en silencio. Los usuarios usan aplicaciones de mensajería como WhatsApp o Telegram para coordinar intercambios de dinero por cripto. Algunos incluso usan cuentas de comerciantes en plataformas internacionales como Binance, con métodos de pago en efectivo o transferencias bancarias que no dejan rastro.
El sistema funciona porque es invisible. No hay registros públicos. No hay auditorías. No hay controles. Pero sí hay resultados reales: familias reciben dinero más rápido, comerciantes evitan las restricciones de cambio de divisa, y jóvenes acceden a servicios digitales globales que antes les estaban prohibidos.
¿Cómo lo hacen técnicamente?
El proceso es sencillo, aunque no oficial:
- Una persona en Marruecos compra cripto en una plataforma local o internacional usando dinero en efectivo, una transferencia bancaria o incluso tarjetas prepago.
- Envía esa cripto a una dirección de billetera digital en el extranjero -por ejemplo, a un familiar en Francia o Canadá.
- El receptor convierte la cripto en dinero local a través de un exchange o un intermediario confiable.
- El dinero llega en cuestión de minutos, sin permisos, sin papeles, sin autorización del banco.
Todo esto se hace sobre la red blockchain, que registra cada transacción de forma permanente e inmutable. Eso significa que no hay devoluciones fraudulentas, algo que los comerciantes internacionales adoran. Pero también significa que si pierdes tu clave privada, tu dinero se pierde para siempre. No hay un soporte técnico que te ayude. No hay un banco que te reembolse. Es una herramienta poderosa - pero peligrosa si no la entiendes.
La nueva ley que podría cambiarlo todo
En julio de 2025, Banque Al-Maghrib anunció que había finalizado un proyecto de ley para legalizar y regular las criptomonedas. No es una señal de que la prohibición haya fallado. Es una señal de que el gobierno quiere controlar lo que ya no puede detener. La propuesta busca distinguir entre el uso personal y comercial de cripto -y permitir su uso para pagos internacionales bajo supervisión.
Si se aprueba, Marruecos podría convertirse en el primer país árabe en adoptar un marco legal para criptomonedas centrado en remesas y comercio transfronterizo. Eso significaría que los usuarios podrían operar sin miedo a ser sancionados, siempre que usen plataformas registradas. Pero también significaría que el banco central tendría acceso a todos los datos de transacción -una gran ventaja para el control, pero un riesgo para la privacidad.
¿Qué sigue para los marroquíes?
La realidad es que las criptomonedas ya están aquí. No van a desaparecer. Lo que sí puede cambiar es cómo se usan. Si la nueva ley se implementa, podríamos ver un escenario dual: por un lado, el CBDC oficial del banco central, usado para pagos gubernamentales y remesas reguladas; por otro, un ecosistema de cripto descentralizadas, usado por quienes aún no confían en el sistema.
Lo que sí es claro: los marroquíes no están usando criptomonedas por moda. Las usan porque funcionan. Porque les permite vivir en un mundo global sin pedir permiso a un banco que les pone barreras. Y mientras el gobierno siga ignorando esa necesidad, la gente seguirá encontrando formas de hacerlo -aunque sea en la sombra.